Es el mate una tradición, un
lugar de encuentro, un confesionario, un hombro para llorar, o solamente un
sencillo y noble compañero.
Era amigos en la vereda, en la
costas de mi tierra, dónde el agua marrón nos mojaba la infancia, era esperar
al viejo llegar del trabajo, escucharlo en rueda interminable de amargos y pan
casero.
Es esperar el asado, junto a mi
hermano, o ver llegar a nuestra compañera, con un humeante brebaje para saciar
la sed que nos da el fuego.
Teníamos con mi abuela un gran
secreto, soy de la época en que ningún niño debía tomar mate con los mayores,
entonces mi hermosa abuela, ponía la pava y nos escondíamos en la cocina, a
charlar de todo, con sus mágicas tortas fritas, sabores que aun llevo en mi
alma, como un tatuaje prendido.
Es el mate un motivo para
juntarnos con los afectos, para prestarnos la oreja, o para viajar en el tiempo
recordando lugares inolvidables, la primera novia, los partidos de fútbol
barriales, o las hazañas de pibes agrandadas por el paso de un tiempo tirano.
Es ver crecer la panza de la
mujer que amamos, es imaginar al gurí, sus ojos, su cara, sus juegos, es
desayunar en la cama un domingo de lluvia, es un beso, una caricia, un día de
la madre, un nacimiento, una partida.
Es el orgullo por ser de este
pago, mojados por ríos con sus brazos anchos, es historia de vida, es canción
de cuna, es madrugada, o alargar las noches pretendiendo que el día nos llega
un poco más tarde.
Es el mate en todas sus formas,
en todas las maneras de cebarlo, solo o acompañado, una eterna y sencilla
ceremonia de amistad, de charlas, de abrazos, de tradiciones que nunca morirán.
Derechos reservados 2013 Nestor R
Diaz
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