Corría 1915…la Pacha ilusionada
veía llegar a su hijo predilecto, aquel que durante 94 años la defendería a capa
y espada, a violín y palabra.
El quichua en su voz no se
quedó callado, “mi ser entero respira mi lengua”, decía don Sixto.
Fue para su tierra natal, emblema de vida, razones de ser, sangre,
herencia y músico sachero.
Su primer violín fabricado por él mismo, en sus manos
neófitas, tomaba vida…así fue aprendiendo este fabuloso hombre del monte
santiagueño.
Escondía aquel instrumento en un tronco ahuecado, y lo tocaba
cuando volvía cada día al monte con su majada, porque sus padres no querían que
se volviera músico…pues en ese tiempo serlo era señal de vagancia.
Fue unos de los primeros en
tender puentes con otras corrientes musicales, de la mano de su amigo
entrañable León Gieco.
Compositor de chacareras y
gatos, muchos de ellos grabados por una cantidad interminable de músicos, que
encontraban en don Sixto un modelo a seguir.
Empecinado…se ensañó en
mostrarle a la juventud, aquella lengua
que le prohibieron estudiar en sus tiempos de escuela primaria.
Durante ocho años trabajó en un
proyecto de magnitud tal…pasar el Martín Fierro a su querido y amado quichua,
logrando dicha empresa en 1990…aun así no quedó satisfecho y en 2007 editó el
Martín Fierro bilingüe.
“VIVO Y RESPIRO MI LENGUA”
DECÍA DON SIXTO…
Así vivió entregando su música,
así se fue a la eternidad…Don Sixto Palavecino…quichuista y músico sachero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario