Tienen las calles
aromas de antaño, aunque el progreso haya llegado vistiendo de cemento y vida
nueva a aquellos lugares sagrados.
Un aire de
salamanca invade los poros como si… antiguos duendes y diablos vinieran a
recorrer los socavones donde por las noches se escucha la música de la tierra.
Buscan las almas
de aquellos cantores…que locos por el éxito han sabido vender su voluntad, sus
creencias, su canción.
Uno camina las veredas,
recorre los bares, toma un café donde quizás, se haya sentado un grande de
aquellos tiempos, huele, escarba, pregunta, transita, observa, se pregunta…qué dirían,
qué pensarían de este loco negocio, en qué han convertido nuestra musicalidad;
dónde han quedado las canciones fundamentales, la lucha, la entrega, el dejar a
su pueblo un grito de verdad y libertad.
Sobrevuelan…si
miramos fijos los veremos, asomados a los escenarios, pulsando guitarras,
tensando sus cuerdas, preparándose para volver, en cantores que aún creen que
la canción es urgente, que ella debe dejar un mensaje, defender al humilde,
pelear contra la desdicha y la indiferencia hacia nuestros semejantes,
abandonados a su suerte, a la buena de Dios.
Debe el artista
meterse en el baile, donar su sangre, encender el fuego, enarbolar bandera,
gritar a los vientos las injusticias, cobrar por su trabajo sí, pero sin venderse,
sin alzar falsas ideologías, aquellas que le impidan ver la realidad. Hay tantos
que se han olvidado de quiénes son, a dónde pertenecen, qué los llevó al sitial
donde están asentados.
No se olviden
queridos cantores…que antes que nada, está la gente, la tierra, la idiosincrasia,
nuestra rica historia, no la bastardeen, defenderla es su obligación, su sagrado
apostolado.
Derechos reservados
2013 Néstor R Díaz
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