Traía tanta agua esta inundación, camalotes en fila adornaban el
rio marrón, ocultando su color y su magia.
Las costas verdes y arboladas se iban ocultando de la vista,
tapadas por la fuerte corriente que anegaba veredas y caminos, cuchillas y barrancos.
Los botes pescadores mostraban una triste imagen, la que sufre el
alma y el cuerpo de la gente de rio, luchadora por siempre contra la naturaleza
que golpea su sostén y su vivir.
A lo lejos un sapucay lastima el aire, no hay pesca pero hay
fiesta en los ranchos de monte adentro, una acordeona vieja, una guitarra, un
cantor con algunas copas de más le canta al rio con hondo pesar.
Por qué será río mío…
que nos va pegando duro…
si siempre te hemos tratado…
con un respeto profundo .
Sólo buscamos en tu vientre…
lo que nos pague el vivir…
pero a pesar de sufrir…
te hemos de seguir queriendo.
La ranchada explota en un aplauso, y al unisonó la paisanada
sacude el aire, con alaridos de júbilo y promesas de continuar su lucha diaria
por extraer de tus entrañas, el sustento necesario para subsistir.
Se va terminando la fiesta…mañana temprano se verá cómo baja el
agua, saldrán los botes viejos a pelear la vida, al desamparo, a la pobreza, en
ellos los pescadores, con sus manos curtidas y redes de antaño.
Así es la gente de rio…necesaria, callada, sufrida, lanzando al
agua sus ganas, su sentir, su pertenencia.
Derechos reservados 2013 Néstor R Díaz
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reservados 2013 Néstor R Díaz