Apretada entre los brazos de
bravos ríos amigos, amaneciendo espineles, mientras el sol ilumina, los verdes
de mi Entre Ríos.
Este pueblo enriquecido con
sangre de tantos citrus, va dejando en la memoria olores que no se olvidan.
Chamarritas que en las tardes
se mezclan con los silbidos, que a lo lejos algún gurí viene entregando bajito.
Recuerdo esos estíos de soles
abrasadores, cuando por arriba de los techos escapábamos en bandada, hacia la
picada larga, donde cortábamos camino, hasta el campo del Luciano, atacando el
planterío.
Volvíamos cuando la siesta se
había terminado, el sol nos corría de atrás, yéndose hacia las aguas marrones,
aquellas que minutos antes nos habían mojado la inocencia.
La ruta hacia nuestro barrio estaba
adornada de tantos árboles de mandarinas, de naranjas, ese dulce elixir era nuestra
cena, volvíamos pipones de río, de fruta, de infancia llena de alegría.
Soy panza verde: orgulloso de
mi linaje, de mi tierra, tengo la musicalidad del entrerriano, donde asoma un
pájaro, asoman mis sueños, mis recuerdos, mis vivencias.
Mi padre plantó bandera, me
enseñó de niño, a escuchar las chamarritas de Linares Cardozo, Los Hermanos
Cuestas, patriarcas de un tiempo de mi vida que no he olvidar.
Soy entrerriano…perdonen si
insisto, la sangre me pide que lo grite al viento, llegará volando a mi pago
lindo, besará la tierra, serán mis palabras feroz alarido.
Soy
entrerriano…perdonen si insisto.
Derechos Reservados - Nestor Díaz - 2013