Para el hombre de campo
Profundas son las raíces del hombre de campo, aquel que ha mamado
madrugadas de frío, lluvias copiosas y terribles sequías.
Tan profundas como sus creencias en la tierra, a la que defiende con su
propia vida, a la que trabaja, en aquella que vive, donde deja sus huesos, su
sudor, su esfuerzo.
Tan vapuleado en distintos gobiernos, en distintas épocas, en distintas
circunstancias, acusado de vago por algún iluminado…que la historia nos ha
hecho creer que fue el primer maestro…perseguido y maltratado en épocas de
malones…vapuleado en estos tiempos, cuando al cosechar le meten los
gobernantes…tan adentro las manos en los bolsillos…hasta dejar su ganancias en
pingües monedas para subsistir.
Ya sé, me dirán, pero muchos son millonarios…no hablo de ellos, hablo del
verdadero, aquel que alambra un campo pequeño, que lo siembra, lo cosecha…
hablo de los luchadores de bombacha y alpargata, de caballo y arado, de
guitarra en las noches, de amargos en las madrugadas.
De aquel que baja al poblado una vez al mes…el que se interna en el
monte, el que se pone al hombro el subsistir de sus cachorros, aquel que en
noches estrelladas canta sus pesares a las estrellas ,y le pide al dios bueno,
una lluvia que moje la tierra, que ablande la seca, que le levante la pena.
Estos hombres que rezan para adentro, que levantan su casa a puro
resudor, con manos callosas, dolidas, vencidas, que su palabra aún hoy es un
contrato, que no mienten, aquellos que se juegan entero por la verdad ante la
injusticia.
Milonga son sus quehaceres, una huella… el derrotero de caminar la tierra
sin descanso, una cifra… la cantidad de hectáreas tendidas, un estilo…su forma
de vivir.
A ellos que pueblan todavía lugares inhóspitos, que se entregan sin más
condición que su ser… rendirles quiero un homenaje con esta nota… gracias por
no aflojar… gracias por su permanente entrega a la patria.
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2013 Néstor R Díaz